CULTIVOS EN NOVIEMBRE
ESCAROLAS
Cultivar la escarola
La escarola (Cichorium endivia) es una hortaliza de ciclo bienal cuyas hojas, de gran tamaño y profundamente divididas, permanecen agrupadas en un amplio cogollo. Las distintas variedades se diferencian por el rosetón, más o menos apretado, y el contorno de la hoja. Así, encontramos escarolas de hoja entera, largas, onduladas y de margen poco dentado. Y escarolas rizadas, con hojas divididas y de margen muy dentado. También existen distintas clases en función de la estación del año en las que crecen.
Aunque es tolerante, le afecta tanto el exceso de calor como el frío intenso. El clima más beneficioso es el templado, con veranos suaves y temperaturas de 10-20 ºC. Resiste las primeras heladas del otoño, sin embargo, es mejor aislarla con un acolchado de paja. Las temperaturas muy altas provocan la subida de la flor. Si el suelo no es muy ligero ni seco, crecen bien, aunque en un terreno fértil, aireado, rico en materia orgánica y con un buen drenaje, la cosecha será mejor. Se debe incorporar al suelo estiércol descompuesto. No hay que cultivar escarolas en el mismo sitio más de dos años seguidos. Prefiere lugares abiertos o sombra ligera, sobre todo, en zonas de veranos muy calurosos aunque crece bien en invernaderos.
A partir de abril se siembran las variedades que se cosechan en verano y para una cosecha otoñal hay que hacer una nueva siembra durante el verano. Lo más recomendable es hacerlo en semilleros protegidos ya que, si las temperaturas bajan más de cinco grados, existe riesgo de que las semillas germinen prematuramente, estropeando de esta forma la cosecha. Cuando aparezcan las primeras hojas ya se pueden transplantar a su lugar definitivo, dejando una distancia de treinta centímetros. En tres o cuatro meses estarán listas para recolectar.
En verano las escarolas requieren agua abundante pero se debe regar siempre a pie de planta para evitar que el cogollo se pudra y estropee así la cosecha. Son necesarias escardas regulares para mantener el terreno libre de malas hierbas que compitan con las propias escarolas. Un acolchado a partir de otoño le resultará beneficioso para que no se vea afectada por los primeros fríos.
Para reducir el sabor amargo de las escarolas se hace el blanqueo, que tiene lugar poco antes de la recolección. Lo clásico es atarlas con un cordel o goma elástica, aunque no suelen abrirse mucho y así, a veces, se blanquean automáticamente las hojas del interior. Para un blanqueo completo se cubre toda la planta con un cubo o tiesto. Para uno parcial, basta con colocar un plato o un trozo de cartón sobre el centro de la escarola. El blanqueado dura de dos a cuatro semanas.
La cosecha se hace entre siete y trece semanas después de sembrar, según la estación y la variedad elegida. Hay que arrancar la planta entera antes de que la flor suba o cuando se observe que están en su punto justo. Las hojas de la escarola no se guardan durante mucho tiempo, ni siquiera en el frigorífico, por lo que han de consumirse casi en el momento de ser recolectadas. No duran más de dos semanas envueltas en papel de celofán y con las hojas bien secas.
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